Y mil (cilindros)

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Me ha costado horrores echarle valor y escribir este texto. Porque no es justo con quien lo lee.

Me gustaría que fuera un artículo sobre la nueva normativa de la FIA al respecto del efecto suelo y sus consecuencias a partir de Bélgica. O sobre la retirada de Sebastian Vettel. O, si no, que fuera sobre el espectacular folletín montado alrededor de Fernando Alonso y Oscar Piastri. Pero no. Esta es la entrada número 1.000 que se publica en diezcilindros. Y, además, es la última.

Al acabar 2018, tuve que dejar de escribir por un año. En 2020, la pandemia nos obligó a detenernos. En 2021, mi falta de tiempo me llevó a parar en verano y volver para el final en Abu Dabi. Y la situación vuelve a ser la misma en este inicio de agosto de 2022. Pero esta vez no tengo fuerzas para más. Creo que ya sabéis que, aunque no siempre lo consiga, mi interés es que el contenido creado tenga un valor analítico superior al resto de los textos sobre Fórmula 1 que vemos en las redes. Eso, por supuesto, exige un esfuerzo. Ya os he comentado en alguna ocasión que el tiempo medio que requiere para mí un artículo ronda las dos horas. Antes había cinco a la semana, haced los números, y luego tuve que bajar a tres porque, sencillamente, no tengo esa cantidad del preciado bien. Lamentablemente, de nuevo ese tiempo vuelve a disminuir, así que había dos opciones: o bajo la frecuencia, o directamente me rindo. Y considero que la Fórmula 1 no es precisamente un deporte que admita «ir despacio». Escribir menos me llevaría a perder el hilo conductor, a no hablar de todo lo que se debería, y en general a desencantarme del propio blog. Podría tener tiempo así, sí, pero no querría emplearlo en algo que no fuera a satisfacerme.

Por otra parte, tengo que ser honesto y humilde. Lo primero es que mi propósito de análisis y objetividad no siempre se ha cumplido. Carezco en algunas instancias de la información necesaria y, en general, como todos, he errado en muchas de las conclusiones extraídas, por lo que no he sido el aporte que esperaba a finales de 2015 cuando fundé este sitio. Lo segundo es que por supuesto tengo ojos, veo lo que me rodea y observo que, en realidad, lo que propongo aquí va todavía más en contra de adonde va el mundo. Ya nadie lee textos infumables, si tiene más de 280 caracteres o carece de emojis ni siquiera es analizado por el cerebro. Ni me dedico al clickbait, ni diseño unos thumbnails cautivadores, ni soy bueno para un podcast, ni me interesa pasar horas en directo en Twitch mendigando suscripciones y prostituyendo mi vida. La monetización extrema y el captar visualizaciones a base de renunciar a ciertos valores es totalmente lo contrario a lo que promulgo. Voy en dirección contraria al universo. Cada vez lo que hago interesa a menos personas. Y tampoco es que sea alguien precisamente cultivado como para deleitarme con el onanismo de escribir por escribir. Por tanto, diezcilindros carece de sentido.

La Fórmula 1 me gusta como el primer día, hace ya 18 años. Pero en esta particular mayoría de edad he comprendido que esto de opinar, analizar y escribir no es lo mío. O al menos no va a ser algo en lo que aporte lo suficiente. Pero creedme que seguiré fielmente la competición hasta sus últimos días. No lo haré desde esta web, ni desde ninguno de mis perfiles en redes sociales, que quedarán abandonados, pero mi persona la seguirá adondequiera que vaya.

Intentad respetar el deporte. Es posible seguir la Fórmula 1 sin más preferencias que la propia competición. No os guieis por nacionalismos absurdos o por filias y fobias alimentadas por gente que vive de la polémica y del click. Ignorad las provocaciones baratas, no intentéis razonar con quien actúa como un bot. Centraos en lo que os permita profundizar en los deportistas, en la competición. Abrazad la propia incertidumbre del deporte de élite en vivo como lo atractivo de la F1, y no el defender por encima de todo a uno de sus miembros. Los 20 que están en la parrilla han crecido con el mismo objetivo. Algunos con más ayudas, otros con menos, pero en general a nadie le ha faltado nunca de nada. Tenedlo en cuenta antes de enzarzaros en fanatismos.

Y de cara a la vida, dejadme despedirme con una suerte de peticiones o deseos para todos vosotros, queridos lectores: sed buenas personas. Cultivaos en la medida de lo posible. Usad la razón, que es la mejor herramienta que ha creado el ser humano. Identificad vuestros sesgos cognitivos, que todos los tenemos, y tratad de eliminarlos a la hora de hacer un juicio. No deis nada por sentado y despojaos de cualquier cosa que parezca un axioma. Poner en duda algo está bien, pero solo podréis desbancarlo si, desde el razonamiento, y únicamente desde el razonamiento, lo superáis. Y, sobre todo, nunca, jamás temáis llegar a una conclusión que os rompa los esquemas preconcebidos. Que el poder de conocer la verdad sea superior al miedo a tener que olvidar algo que creías cierto. Y no olvidéis: habrá un día en que la sociedad que quede recuerde que durante décadas se quemaban hidrocarburos por diversión. Será un día en el que otras cosas aún más básicas como el agua potable o los alimentos serán más preciadas. Esta mierda es de verdad; no le deis la espalda.

A todos los que me hayan leído uno, diez, cien o los mil artículos: gracias.

Hasta siempre.

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