El naufragio de Maranello

Uno podía esperar que Red Bull superase a Ferrari en Silverstone. También era previsible que Kimi Räikkönen doblegase aquí a un Sebastian Vettel más competitivo en curvas técnicas y lentas que en los desafiantes giros rápidos de la pista británica. Pero el efecto combinado de ambas cosas, amplificado por una particular baja forma del SF16-H y una desastrosa actuación del alemán, acabaron por pintar un cuadro en el que la Scuderia quedaba muy en segundo plano. Mercedes ya está olvidada: ¿peligra el segundo puesto entre los constructores?

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Ferrari es innegablemente especial. Es así, y todos y cada uno de sus miembros lo saben. La historia y la leyenda se entremezclan para tejer una marca que abruma a cualquiera. Por eso, a la Scuderia no se le mide con el mismo baremo que a los demás. No ganar es un fracaso. Pero dentro de la derrota, luchar hasta la extenuación por evitarla, intentar vencer a los elementos y pelear honrando a la mística del Cavallino Rampante puede ser considerado como una heroicidad. Lo que los tifosi no perdonan, sin embargo, es que Ferrari actúe como una escuadra del montón. Se puede perder compitiendo y se puede perder sin dar la impresión de estar siquiera en la misma categoría que el vencedor. Y lamentablemente esto último fue lo que sucedió en Silverstone. En la misma pista donde el próximo jueves se cumplirán 65 años de la primera victoria de la Scuderia en la Fórmula 1, la edición de 2016 enseñó a una Ferrari totalmente desbordada por las circunstancias. Empezaron la temporada marcándose como objetivo el título y esta posibilidad se encuentra ahora increíblemente lejos. Tanto, que la desmotivación parece haber hecho mella: el coche no es todo lo rápido que debería, tampoco es fiable y para colmo de males hasta el tetracampeón del mundo al volante conduce a un nivel deplorable.

Räikkönen Gran Bretaña Análisis

Kimi Räikkönen dio el máximo en Silverstone. «El máximo» esta vez era una triste 5ª posición. (Fuente: GPUpdate.net)

Por empezar por algún lado, el SF16-H se ha mostrado durante toda la temporada como el tercer mejor chasis a nivel aerodinámico. Suponiendo que el motor Mercedes seguía una décima o dos por delante, sobre todo en clasificación, el cóctel no prometía ni mucho menos reportar títulos mundiales. Ferrari padeció en los primeros días una inaceptable serie de problemas de fiabilidad que limitaba su aceptable velocidad (muy parecida a la de principios de 2015, por otra parte). Red Bull padecía en todos los circuitos con rectas largas y allí donde su magnífica gestión de neumáticos no sirviera de nada… pero en sitios como China, repleto de curvas largas y rápidas, el RB12 ya igualaba o superaba al Ferrari. El punto de inflexión llegó en España: los Mercedes se inmolaron en la primera vuelta y ahí deberían estar los bólidos rojos para aprovecharlo… pero resulta que ambos Red Bull habían clasificado delante. El bólido de Milton Keynes fue superior en las curvas de Barcelona y especialmente en las calurosas condiciones del sábado. Con Hamilton y Rosberg fuera, todo se quedó en una grandiosa batalla entre la velocidad y la posición en pista, pero el héroe final fue Max Verstappen. Ese había sido un golpe muy duro a la línea de flotación. Y dos semanas después, en Mónaco, su compañero Daniel Ricciardo lograba la pole por méritos propios (!), mientras los Ferrari eran 4º y 6º. Maranello recuperó el terreno en las siguientes carreras, donde primaba la velocidad punta y Red Bull se quedó algo atrás, víctima además del granulado a bajas temperaturas y ruedas demasiado duras para las pistas que eran. Sin embargo, el verano traía otros dos regalos envenenados para la Scuderia: Silverstone y Hungaroring. El segundo aún no ha sido, pero podría resultar aún más tétrico que el primero.

Vettel Massa Gran Bretaña Análisis

Vettel puso de manifiesto otra vez cierta dificultad para remontar entre el tráfico. (Fuente: GPUpdate.net)

Y es que en Gran Bretaña la Scuderia dio un gran paso atrás. Era esperable, dadas las circunstancias de la pista, que Red Bull les superase. Pero lo inaceptable devino cuando su piloto estrella, Sebastian Vettel, cuajó una actuación espantosa que dejó a los italianos en un lugar aún peor. Siendo justos, ya conocemos de sobra al tetracampeón del mundo y sabemos de qué es capaz y de qué no. En Silverstone, así como en Barcelona, su antiguo compañero Mark Webber le igualaba o superaba con regularidad, especialmente cuando no contaba con un elemento en la parte trasera (difusores soplados, efecto Coanda) que le permitiera compensar sus defectos de pilotaje. A Seb que no le quiten sus curvas lentas y técnicas ni las zonas de tracción pura; fuera de ese hábitat, no es capaz de hacer pasar el coche por los giros tan rápido como el resto de pilotos. Es decir, que este fin de semana iba a estar pero que muy vendido. Pero una cosa es que una pista no se adapte al estilo de un piloto, y otra es que éste no sea capaz de conducir al nivel deseable. Tras una desastrosa Q3 y la enésima sanción de 5 puestos por sustituir la caja de cambios, Vettel se vio en la P11 en parrilla. La salida lanzada le impidió recuperar plazas rápidamente, pero una vez se fue el SC, en unas condiciones de agua en las que Seb suele brillar, el alemán no hizo nada. Anclado detrás de Pérez, confió en que desde el muro le echasen un cable. La primeras parada no cambió nada; en la segunda, para poner gomas de seco, tocaba arriesgar si se querían salvar algunos puntos. La jugada iba a salir bien, Vettel se iba a poner 8º… pero entonces hizo un trompo chillón en Abbey y perdió todo lo ganado. Tras 18 vueltas y la situación ya estabilizada, era P12. Sin haber adelantado a nadie. Su compañero Kimi Räikkönen, renovado entre las críticas por su lentitud, estaba 16,6 segundos por delante. Con eso quedaba todo dicho. Alonso se salió y Seb ganó un puesto, pero tardó 10 vueltas en dar cuenta de Daniil Kvyat, sin que éste estuviera gozando de DRS, con un coche peor y no digamos ya el propulsor. Otros nueve giros pasaron hasta que se quitó a Felipe Massa, de nuevo con una mecánica inferior, y para colmo se llevó una sanción de 5 segundos por empujarle fuera de la pista (de forma involuntaria, eso sí, pues Vettel estaba salvando una bestial derrapada). Y eso fue todo lo que Seb pudo ofrecer. No pudo dar cuenta de coches como el Toro Rosso de Sainz y ni mucho menos los dos Force India. Acabó 9º, cuatro puestos por detrás de un Kimi que, en las últimas o no, llevó el coche al máximo que podía conseguir en este Gran Premio.

Esta actuación de Vettel pone de manifiesto que mantiene esa tendencia de mostrar 1 ó 2 días por temporada en los que no da una a derechas. Él lo sabía, como también sabía que su SF16-H no rindió bien aquí por circunstancias particulares. El problema para Ferrari es que la próxima carrera es Hungría, un circuito en el que todo invita a pensar que Red Bull, a sólo 6 puntos en el campeonato, será incluso más competitivo que aquí y podría incluso plantar cara a Mercedes. Y si Ferrari se vuelve a quedar en segundo plano un día en que las Flechas de Plata hinquen la rodilla (aunque esto último está por ver), habrá que hacerse preguntas. Algunas irán dirigidas a Maurizio Arrivabene; otras al equipo técnico; incluso algunos focos apuntarán a los pilotos, sobre los cuales a estas alturas no debería haber muchas dudas de lo que pueden y no pueden hacer. ¿Debe Ferrari buscar un nuevo cambio de rumbo? ¿Es hora de ponerse a mirar en 2017, incluso perdiendo la P2 entre los constructores? O por el contrario, ¿hay que confiar en Maurizio, James Allison y cía? ¿Hay que centrarse en salvar 2016, buscar al menos una victoria y asegurar la 2ª plaza? Silverstone no fue un buen día para Ferrari, pero en Hungaroring podrían cernirse negros nubarrones, y no necesariamente porque el próximo GP sea sobre mojado…

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